Evaluación del aprendizaje: propósitos y participantes
A menudo, cuando hablamos de evaluación, solemos pensar en la calificación que reciben los alumnos en la escuela por un trabajo, un proyecto o el desempeño en un periodo de tiempo; sin embargo, cada vez adquieren mayor importancia ideas dónde se plantean otros propósitos y participantes en la evaluación dentro del salón de clases. Entonces, ¿para qué evaluamos?
Plantearnos esta pregunta es importante, porque nos lleva a reflexionar sobre el sentido de los procesos de evaluación que llevamos a cabo en el aula. Aunque la evaluación puede cumplir diferentes propósitos, en esta entrada mencionaremos los que en Pinion creemos que favorecen de mejor manera el avance de los alumnos.
Aunque es muy importante identificar los resultados de aprendizaje que han alcanzado los estudiantes, es indispensable saber cómo han llegado a ellos si queremos que mejoren. Es decir, qué procesos y estrategias han seguido, cuáles son las dificultades que han enfrentado, cuáles han sido sus razonamientos y sus dudas; es decir, por qué se han alcanzado tales resultados. Así, la evaluación tiene la finalidad de identificar aspectos de un proceso, en este caso, el aprendizaje de los alumnos, para mejorarlo.
Comprender cómo están progresando nuestros alumnos nos permite contar con elementos para ajustar la intervención didáctica y así contribuir a mejorar su aprendizaje. Para eso, es necesario evaluar durante el proceso cuando aún es tiempo de intervenir para atender los problemas detectados. Así podemos decidir qué cambios hacer en las actividades, qué retroalimentaciones proporcionar o qué preguntas hacer para ir modulando el proceso de aprendizaje de manera continua.
Favorecer que los estudiantes reciban retroalimentación adecuada durante una situación de aprendizaje, tanto del profesor como de sus compañeros, les ayuda no sólo a identificar sus errores, sino también a tratar de entenderlos y buscar posibles soluciones. Hacer de esta idea una práctica constante, mediante los procesos de autoevaluación y coevaluación, permite que los alumnos desarrollen paulatinamente la capacidad de comprender y regular su proceso de aprendizaje.
Finalmente, la evaluación también permite acreditar los aprendizajes logrados por los alumnos en un periodo escolar determinado y comunicar estos resultados a diferentes audiencias. A pesar de que está función de la evaluación se orienta fundamentalmente a la certificación de conocimientos, la comunicación de resultados también puede conducir a acciones de mejora a futuro, ya sea a cargo del alumno, sus padres o los próximos profesores.
Todos estos propósitos remiten, de una u otra manera, a la idea de evaluación formativa. En esta forma de evaluación el propósito central es mejorar el aprendizaje mientras éste ocurre. Requiere de la participación de todos los involucrados: es un proceso de diálogo que involucra a profesores, alumnos y padres de familia para comprender y mejorar la enseñanza y el aprendizaje.