¿Mujeres en la ciencia?

En 2005, Lawrence Summers, entonces rector de la Universidad de Harvard, ofreció una conferencia privada, en donde afirmó que la baja representatividad de las mujeres en la ciencia se debía a atributos biológicos innatos que las diferenciaban de los hombres, lo cual las ponía en desventaja intelectual.

Así mismo, aseveró que eran pocas quienes podían tener puestos en esta área, ya que tenían otras obligaciones que atender en casa. En pocas palabras, consideraba que las mujeres tenían menor capacidad que los hombres debido a causas genéticas, justificando así las bajas contrataciones femeninas con estereotipos de género.

Este ejemplo muestra claramente que aunque a finales del siglo XIX se llevó a cabo una fuerte lucha para lograr la participación de las mujeres en la vida pública, como el derecho al voto y el acceso a la universidad, hoy el principal problema que enfrentan es la discriminación en dicha institución educativa. Ésta suele acentuarse en las ciencias, espacio donde muchas son vistas como forasteras, según palabras de Araceli Mingo, investigadora y especialista en género de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Mujeres en la ciencia

La académica ha documentado que en algunas universidades mexicanas, principalmente donde se imparten carreras de ingeniería y ciencias agronómicas, las mujeres, que son minoría dentro de la matrícula, deben sortear severos obstáculos a lo largo de sus estudios; entre ellos: comentarios despectivos, cuestionamientos acerca de su permanencia ahí, hostigamiento sexual y trato condescendiente por parte de los profesores.

En estos espacios, muchos continúan afirmando que existen diferencias biológicas que vuelven a las mujeres menos capaces, además de mencionar que los cambios hormonales las hacen emocionalmente inestables, lo cual repercute en su intelecto. Por su parte, muchas de ellas han interiorizado la idea de que necesitan esforzarse en mayor medida, además de que han adoptado conductas proteccionistas, como cambiar su forma de vestir, guardar silencio e, incluso, dejar de circular en espacios dentro de las mismas instituciones, porque pueden ser objeto de insultos o chiflidos.

Mujeres en la ciencia

En la actualidad, se sabe que las afirmaciones respecto al origen biológico y su relación con la inteligencia no tienen un sustento teórico válido, sino que se trata de creencias que derivan en estereotipos de género, es decir, aquéllas ideas que dividen al mundo entre lo femenino y lo masculino y asignan a cada género un rol distinto. Esto ocurre en todos los espacios de la vida cotidiana y, lamentablemente, la escuela no es la excepción.

En un futuro no muy lejano, muchos de los estudiantes de las generaciones que actualmente cursan el nivel básico y medio superior elegirán una carrera universitaria. Como educadores, es conveniente preguntarnos qué podemos hacer para que las niñas y las adolescentes sientan mayor confianza en su papel dentro de la ciencia, y para que los estereotipos no sean un obstáculo al momento de elegir una carrera. Por otro lado, los niños y los adolescentes también deben ser educados para no reproducir este tipo de conductas que tanto daño han hecho. En la publicación TIC para las niñas y mujeres en este mismo blog, se ofrecen acciones que se pueden implementar de inmediato.

Aunado a esto, un recurso de gran valor que puede ser aprovechado es la lectura y análisis de historias de personajes femeninos, cuyo papel en la ciencia —y otras áreas— ha sido significativo. En su libro Mujeres de ciencia, Rachel Ignotofsky documenta la biografía de algunas que se han desempeñado en campos como la física, la paleontología, la psicología y las matemáticas, entre muchos otros.

Es muy probable que todos sepamos quién es Marie Curie, pero ¿quién fue Lise Meitner o Mary Anning? Los estudiantes se sorprenderán al conocer lo que estas mujeres han hecho, pero, sobre todo, será importante enfatizar las dificultades que han enfrentado por el hecho de ser mujeres.

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Otro libro destacable es Mujeres geniales de Kate Shatz, donde resaltan personajes como Malala Yousafzai y Chimamanda Ngozi Adichie, quienes han levantado la voz en el nombre de los grupos sociales a quienes representan.

Otra forma de aprovechar el potencial que tienen las historias es cuestionarlas y crear nuevas versiones. Las más pequeñas suelen estar rodeadas de un mundo de princesas y superhéroes pero, ¿alguna vez imaginaron que la Cenicienta no se casó, sino que decidió aprender hechizos y recorrer el mundo con su hada madrina?, ¿o que la Sirenita tenía dos hermanas que hicieron aportaciones importantes al mundo de la ciencia para cuidar el medio ambiente? Ésta y otras historias se encuentran en el libro Érase una (y otra) vez escrito por Lucía Serrano, aunque también puedes alentar a tus alumnos a crear sus propias versiones.

En resumen, aunque hoy es común que las mujeres estudien una carrera universitaria, muchas de ellas, sobre todo en áreas científicas, continúan siendo descalificadas. Para que esto deje de ocurrir, es importante que eduquemos a nuestros estudiantes y que se cuestione estos estereotipos que hasta la fecha han limitado a muchas mujeres en cuanto a logros científicos, mientras que a tantas otras las han mantenido en el anonimato, a pesar de sus logros.